domingo, 20 de noviembre de 2011

Niebla nocturna

Los viejos estaban sentados en el jardín delantero de la casa. La noche emanaba ese olor de nostalgia, de flores y brisa suave. La conversación en voz baja flotaba entre los lírios y los claveles, entre rosas y tallos oscuros. Los cigarrillos eran luciérnagas cabriolando en el aire perfumado, dibujaban esperanzas y deseos. El tiempo, atrapado en el reloj, caía y caía con un sonido de tic tac como si fueran los pasos de alguien que reflexiona. Arriba, una neblina en forma de nube flotaba envolviendo la nave plateada. Desde ahí, asomado a la ventana, Aal contemplaba a los dos hombres, deseaba estar entre ellos; deseaba bajar y caminar por la calle solitaria cruzando las islas de luz de los postes y saber que unas casas más estaría la suya. Pero eso no era posible. Aal no entendía por qué deseaba tanto ser terrestre.