lunes, 6 de septiembre de 2010

Recuerdos de verano

Después de escudriñar calles, edificios, parques, se había sentado, alejado del visor. Cerró los pensamientos y comenzó a recorrer el cúmulo de recurdos implantados. Las imágenes de su niñez en la Tierra acudían abriéndose como una flor de verano. Veía a sus padres en el jardín de la casa, sonriéndole. Podía oler el pasto húmedo y el día cálido. El resto de la tripulación se hallaba ocupado. Cuando lo llamaron por su nombre y le dijeron que se retiraban ya, la voz le llegó desde muy lejos, como si hubiese salido del amigo que veía de pie en medio de la calle. Fue como despertar, dijo que estaba bien, que era la hora de irse. Quedó con una sensación de tristeza, incompleto. No quiso mirar de nuevo por el visor, se acomodó en su asiento y espero que la nave emitiera el suave zumbido de abeja y desapareciera de ese cielo azul, claro, transparente.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Más allá del domo

De cuando en cuando, el capitán Xee ael, toma uno de los vehículos y, solitario, abandona la ciudad. Deja el domo protector y conduce el oruga hasta el lejano extremo de la llanura. Detiene el tractor y permanece inmóvil, silencioso, como si fuera aquella figura que vio sobresaliendo de la arena, enorme y majestuosa. A veces, llora.