viernes, 30 de diciembre de 2011

Deseos

En la oscuridad del cielo de agosto, la nave permanecía inmóvil. Abajo, kaa Eel corría por la calle pavimentada todavía caliente de verano. Trás él, varios terrestres lo seguían pidiéndole que se detuviera... Querían verlo, deseaban que fuera alguien que creían haber reconociso en él. Kaa Eel corrió y corrió; fialmente, el rayo luminoso lo elevó. Los terrestres se quedaron mirando ansiosos la publida nave. Otros vecinos llegaron presurosos; preguntaban por la persona que anda por el lugar, creían que era este o aquel, el primo, el tío, el padre...

sábado, 10 de diciembre de 2011

Noche de diciembre

La calle estaba solitaria. El frío hizo que las puertas de las casas fueran cerradas temprano, los niños cenando, las cortinas corridas y en los cristales se dibujaban figuras. Como siempre, un gato solitario manchó el aire con su sombra. Adentro se estaba bien, había bebidas calientes, las conversaciones se apagaban; las luces de las computadoras acompañaban a las de los árboles de Navidad. El cielo era un fondo negro ornado de titilantes silencios azules.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Niebla nocturna

Los viejos estaban sentados en el jardín delantero de la casa. La noche emanaba ese olor de nostalgia, de flores y brisa suave. La conversación en voz baja flotaba entre los lírios y los claveles, entre rosas y tallos oscuros. Los cigarrillos eran luciérnagas cabriolando en el aire perfumado, dibujaban esperanzas y deseos. El tiempo, atrapado en el reloj, caía y caía con un sonido de tic tac como si fueran los pasos de alguien que reflexiona. Arriba, una neblina en forma de nube flotaba envolviendo la nave plateada. Desde ahí, asomado a la ventana, Aal contemplaba a los dos hombres, deseaba estar entre ellos; deseaba bajar y caminar por la calle solitaria cruzando las islas de luz de los postes y saber que unas casas más estaría la suya. Pero eso no era posible. Aal no entendía por qué deseaba tanto ser terrestre.

miércoles, 22 de junio de 2011

El libro de los sueños

La noche se volvió fresca; un rumor de lluvia, un sonido de truenos apagados, lejanos, se acercaba. En mi cama, leía un libro mágico. En él se entretejían tantas imágenes. Hablaba de cuando los dioses vinieron a la Tierra, lo que hacían aquí y lo que contaban de su lugar. Los terrestres y los dioses se conjuntaban de manera armoniosa. Se unían también la ciencia, la religión y el arte... Bueno, era El libro de los sueños. Me entretenía leer mientra la brisa nocturna entraba hinchando las cortinas. Un gato recortó su sombra de pelaje hirsuto en la ventana y estuvo mirando hacia el cielo. Maulló y saltó al pequeño prado. Entre el rumor de la lluvía y los truenos lejanos, escuché un sonido, como el de una abeja gigante y vi el resplandor de luces verdes, azules, blancas... me sentí cómodo; cerré los ojos y, recordando la Navidad, me dormí.

martes, 24 de mayo de 2011

La espera

Me sentaba en el jardín frontal, en la oscuridad. Fumaba y pensaba; percibía el olor del pasto húmedo; escuchaba al grillo solitario. Miraba al cielo de cuando en cuando. Generalmente entraba a la casa deseando irme a la cama. No me acercaba a mi laptop, no encendía el televisior. Simplemente apagaba la luz y me tendía como esperando algo, siempre esperando algo.

Sueño

Soñé con un ser pequeño, de cuerpo delagado y cabeza agrandada, como esos dibujos de extraterrestes. Pero el que vi en mis sueños tenía las facciones muy semejantes a las nuestras... y parpadeaba.

martes, 17 de mayo de 2011

En la oscuridas de mayo el gato que siempre escapa por los tejados, lo ha vuelto a hacer. La mayoría de las casas apagaron sus ojos amarillos. Los porches están solitarios y las puertas se han sido cerradas. La luz azul de la Luna se interrumpe al llegar a las farolas que débilmente iluminan en islotes las aceras.
Los viejos ya duermen, recomponiendo sueños antiguos; los niños también duermen soñando en los juegos en el patio escolar. En alguna casa, alguien lee espantando fantasmas; en otra casa, alguien escribe para reacomodar el pasado, para abrir un paso al futuro, para escapar del presente.
Afuera, el viento arrastra su enorme cola, levantando un siseo.
Entre las nubes que motean el cielo negro, como si se avecinara la lluvia, la nave se bambolea apenas. Luce oscura y, a esas horas, la vuelve invisible su color gris. Tal vez sus ocupantes también descansan ya.

sábado, 14 de mayo de 2011

¿Contacto?

La nave se acercó tanto a la superficie que algunas personas la notaron, particularmente por sus luces giratorias que cambiaban de azul a rojo y a naranja. Los vecinos empezaron a salir de sus casas y se detuvieron en la calle mirando al cielo. Eran un espectáculo las luces. Algún perro se ocultó, un gato se escabulló por un tejado. Los ancianos no entendían que sucedía. La nave no se movía ni emitía sonido, simplemente permanecía fija ahí arriba. Luego, el público que había salido a mirar el fenómeno, exclamó un "¡Ahhhh!" pues los colores cambiaron a verde, morado y blanco. Ya no sólo giraban, sino que se detenían para reiniciar de nuevo. Se conformaba una serie de figuras y ritmos que maravillaron a los terrestres. Después de quince minutos, la nave apagó los colores y sólo le quedaron titilando el azul, el rojo y el naranja, luego se empezó a elevar hasta perderse en el cielo nocturno.

jueves, 31 de marzo de 2011

Noche de presagio

El verano se estremece en sueños. No nace todavía, pero sus estertores agitan el olor de los jardines. Tras la bugambilia las sombras de la noche cansada; noche de grillos y rumores. Estoy en mi cama y poco a poco duermo y sueño... sueño con llamativos cometas y con mi madre que sonríe, con mi padre que me mira desde una altura inusitada. Vienen a mí recuerdos entremezclados de mi vida aquí y de mi vida allá. No puedo atrapar ni en sueños mi verdadera existencia. No sé si las cometas son reales o si mis padres tienen en verdad esos rostros. Pero, por ahora, es lo que tengo... duermo en mi cama, que se entibia por la brisa de presagios que entra lentamente por la ventana. No sé si quiero saber quien soy.

jueves, 10 de marzo de 2011

Apenas el verano

Es de noche y los jardines comienzan a despedir un olor a flores. El cielo luce negro y ostenta sus diminutos brillantes azules, azules. Alguien se hallaba muy alto, abajo, yo en uno de los porches conversando lentamente con los grillos. Yo sonreía, pues un poco más tarde me iría a la cama y dormiría soñando con soles distantes y polvo estelar formando figuras imposibles.
Por ahora, seguiré aspirando el verano que, aunque no inicia oficialmente, despide la fragancia de lloviznas lejanas. Aquí me quiero quedar.

miércoles, 23 de febrero de 2011

La ciudad se encierra bajo la luz del millón de colores de neón. Terrestres caminan, deambulan, se entrmezclan, entran, salen...
La noche se cierra sobre las calles, sobre la ciudad, sobre los campos.
Una luz especial traza un arco fluorecente en el cielo negro, muy alto.

domingo, 13 de febrero de 2011

Tarde como de verano

A pesar de que el invierno se ha estacionado sobre los tejados y las calles, desde hace varios días, ha habido buen tiempo. El sol calienta los huesos y hay un olor como a verano. Las habitaciones se adormecen en el viento tibio, las horas se alargan y los sentimientos se acunan en el vaiven suave. Afuera, los prados lucen verdes y destellan a la luz solar...
Lejos de las casas y los jardínes, lejos de cualquier mirada, una de las pequeñas naves aterrizó en el desierto. Nadie vio, nadie se percató. La puertecilla se abrió y uno de los seres asomó con cautela; con una mirada asombrada recorrió el paisaje: sahuaros, una salamandra, algo que serpenteó. Descendió cuidadosamente y posó un pie sobre la tierra seca y caliente. Sonreía. Posó el otro pie. Quedó parado en la tierra que resumaba calor. Su indumentaria, su uniforme, reflejaba el brillo del sol. Luego, fuera de toda regla, se sacó una bota, que parecía un calcetín grueso, y pisó el suelo... Después de un rato seguía sonriendo.

miércoles, 26 de enero de 2011

Sombra

La multitud miró hacia arriba casi al mismo tiempo, una sombra gigantezca la había cubierto. Todo calló, algo bajó del cielo, tanto que alcanzaban a ver su forma circular.