sábado, 25 de octubre de 2014

Tiempo de regreso

La nave había sido encontrada a la deriva en las profundidades del espacio. Cuando la gigantesca nodriza logró desacelerar lo necesario, dos tripulantes emergieron. Abrieron la escotilla con el rayo circular. Adentro solo un generador mantenía la iluminación mínima y la circulación de aire respirable. Por lo demás, todo estaba apagado. Excepto por un tenue resplandor en la parte posterior de la pequeña nave. Ahí, en un tubo de suspensión, un cuerpo yacia dormido... o muerto. Teclearon los posibles números indicadores de apertura de la tapa y esta se abrió lentamente y sin ningún sonido. El cuerpo estaba cubierto con esa capa como de cera que se forma sobre un cuerpo en suspención durante más de un año. Después de inspeccionar y examinarlo todo procedieron a cancelar la suspensión. En la pantalla se exhibía la fecha de incio de la inanimación. Hacía dos años que ese ser dormía. Para ellos era un terrestre por su apariencia, por el diseño exterior e interior de la nave y por los sistemas de mantenimiento.
El terrestre abrió los ojos y los posó con difcultad en quienes lo miraban desde sus trajes y cascos de exploración. En ese momento comprendió que volvería a casa.

viernes, 20 de julio de 2012

La Muerte llega sin guadaña

La Muerte llega sin guadaña y sin capucha; sale de la pared, de entre el viento, de la luz, de las sombras. Toma el último aliento de alguien y se marcha tan sigilosa como apareció. No hay una brisa fría, ni un vaivén de cortinas, ni un ulular de viento, ni un olor a flores, ni un susurro... Dice la Muerte que tomar cuidadosamente un alma entre sus brazos es un acto que debe cumplir. Así se acercó y, suavemente, aspiró el alma de hechicero de Ray Bradbury y, pulsando el aire, se retiró de esta dimensión. Los lectores del vino y del estío, de las crónicas y de los marcianos, de los pueblos con niños, de las estaciones de verano, de los hombres ilustrados, de los árboles con brujas, mostramos nuestros respetos leyendo.

martes, 29 de mayo de 2012

Visitantes

Esta nota es simple. El verano trajo un sol fuerte que calienta el día, pero que no le alcanza para las noches. Así que en los jardines se escuchan las conversaciones en la oscuridad y los niños juegan en la calle. Los visitantes, inadvertidos, se mecen en el cielo negro observando. Sus tareas las han dejado un poco de lado para maravillarse de la vida en la Tierra.

lunes, 30 de abril de 2012

No hay nada aquí, ni allá

A veces se siente todo tan lejano; es como si las casas se hubieran quedado vacías, como si todos se hubieran marchado... la Tierra adquiere un silencio transparente. Más allá, afuera, las estrellas, parece que la soledad las ha alcanzado.

martes, 24 de abril de 2012

Soledad

Las calles quedaron desiertas; en las casas, las ventanas lucían oscuras, las puertas cerradas; los jardínes solitarios se arrullaban en el chirriar de grillos. En las camas, los viejos soñaban que dormían y los niños dormían para soñar. El cielo se había cerrado y no había estrellas; un viento perezoso mecía las hojas negras de los árboles de las aceras en la noche de abril. Ningún gato cruzó la oscuridad. Alguien, despierto, ensamblaba, palabra a palabra, un poema sobre gente lejana, sobre vecinos distantes... Se estaba bien en casa.

viernes, 9 de marzo de 2012

Partida

Como una sombra triste, bajo las negras hojas de los árboles de la acera, escuchando al viento arrastrarse, se alejó un poco de posibles testigos y con los ojos cerrados se dejó atraer a la nave. Se marchó. Su cerebro guardaría para siempre las imágenes y los olores de la Tierra.

lunes, 27 de febrero de 2012

La fuente

"¡Ah! La fuente" dijo en voz alta para que alguien lo escuchara, sin importarle el acento. Realmente su voz sonó terrestre. Sintió una corriente que partió de la base del cráneo y le recorrió los nervios más finos hasta llegar a los más gruesos y fuertes. Él sabía, sabía que se trataba de la sensación de encontrarse entre los humanos. Nadie se fijaba especialmente en él y eso le daba seguridad. Se acercó al borde de la fuente y miró el agua espejeante bajo las farolas. El cielo negro lucía tan diferente a como lo percibía desde su nave. Se inclinó un poco, lentamente metió la mano en el agua, fue una sensación que jamás había experimentado. La humedad destelló en la piel casi terrestre. Puedo ser uno más, uno más. Permaneció en silencio mirando la quieta superficie trasparente. Arriba, muy alto, sus compañeros empezaban a preocuparse.