viernes, 20 de julio de 2012

La Muerte llega sin guadaña

La Muerte llega sin guadaña y sin capucha; sale de la pared, de entre el viento, de la luz, de las sombras. Toma el último aliento de alguien y se marcha tan sigilosa como apareció. No hay una brisa fría, ni un vaivén de cortinas, ni un ulular de viento, ni un olor a flores, ni un susurro... Dice la Muerte que tomar cuidadosamente un alma entre sus brazos es un acto que debe cumplir. Así se acercó y, suavemente, aspiró el alma de hechicero de Ray Bradbury y, pulsando el aire, se retiró de esta dimensión. Los lectores del vino y del estío, de las crónicas y de los marcianos, de los pueblos con niños, de las estaciones de verano, de los hombres ilustrados, de los árboles con brujas, mostramos nuestros respetos leyendo.