martes, 29 de junio de 2010

Días en el espejo

El día de cada día se viene abajo, rompiéndose como un espejo y ello significa siete años de mala suerte. En el espacio en blanco de una anuncio de una revista anoté que no me importa el día roto, sólo continúo bebiendo mi café en silencio; que no me perturbe la idea de la mala suerte... tengo, casi por primera vez, algunos pensamientos animosos. Hoy tampoco escribí en mi cuadernillo de notas. No sé qué me está pasando.

lunes, 28 de junio de 2010

El faro

Desde el asiento ajustó el visor. Allá, muy lejos todavía, aparecía el faro, asombrosamente azul. Era una maravilla verlo, pero lo mejor era volver a posarse y salir de la nave. Tocar la arena fina, cálida y dorada. El fantástico sol, esa estrella mágica, le proporcionaba colores intensos. Sobrevolaría primero, para ver los triángulos de las pirámides que despertaban en su cerebro los recuerdos de sus ancestros erigiéndolas. Los recuerdos eran como un pequeño torbellino que agita sensaciones.
Allá, en la oscuridad del espacio, la nave cruzaba vertiginosa como un punto verde fluorecente acercándose al faro azul.

viernes, 25 de junio de 2010

Había tantas cosas allá afuera

La nave se estremeció un poco cuando se posó. Mirando hacia fuera, L33-B accionó la puertecillas que se corrieron a los lados. L33-B se acercó a la plataforma de descenso y bajó a hacer su trabajo. Mediría el nivel de oxígeno, la humedad, temperatura y una larga lista que su computadora pondría en marcha. Su cerebro, modificado para tener reacciones autónomas personalizadas, detuvo el programa que estaba a punto de correr. L33-B permaneció mirando el paisaje de ese hermoso planeta. La vegetación, el sol dorado a nivel del horizonte, las nubes conjuntándose en forma de motas rosadas, los olores... por el intercomunicador llamó a L30-B. Unos segundos después los dos robots disfrutaban el planeta que habían estado observando desde la nave y el cual los asombraba por el color, era un hermoso faro azul.