sábado, 14 de agosto de 2010

Los visitantes

Seguía siendo verano. Había gente en los oscuros porches abanicándose, luciérnagas rojas subían y bajan en la oscuridad, luego hacían un último vuelo nocturno y se apagaban en el pasto recién regado. En las cocinas había entrechocar de platos, los niños escuchaban las historias de los viejos. El olor de la cena se disipaba en el aire cálido y las abuelas se rehusaban ir a cocinarse en las camas, preferían dormitar en el rumor de las conversaciones. Un gato se deslizó sobre un muro; era una sombra perdiéndose en la noche. La Tierra se adormecía. Lejos, había un rumor de lluvía que llegaba y se iba como cuando uno cree escuchar que alguien dice su nombre.
Nadie advirtió la nave, nadie comentó las luces verdes, azules, naranjas que titilaban como una estrella en el árbol navideño.
Los visitantes no hablaban, no hacían notas, no manipulaban ningún teclado, sólo observaban atentos. Cada uno, a su manera, deseaba permanecer ahí y sentarse en un porche a oscuras a conversar.

1 comentario:

joseluis dijo...

Hombre, Lauro..., a mí también me diste ganas de estar en ese porche, en la noche, en la conversación...

Saludos :-)