jueves, 26 de agosto de 2010

El desierto terrestre

La superficie se movía ondulante como una serpiente de oro. La arena se levantaba con el viento y se depositaba un poco más allá, reconfigurando el desierto. El sol ya había bajado a dormir y el cielo entrecerraba su magnifico ojo matizando de azul la llanura siseante y extensa. El silencio se quebraba ligeramente por algún sonido apenas perceptible y desconocido. Maal al, asomado a la ventanilla de la nave, observaba el desierto azul dorado y le resultaba la representación de la belleza, le parecía un sitio maravilloso. No había visto nada igual. Los sentimientos se le agolpaban y la nostalgia se bosquejaba en su angosto pecho. Miraba las dunas y el arrastrar de los granos fabulosos. Todavía era verano en la Tierra.

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