lunes, 28 de junio de 2010

El faro

Desde el asiento ajustó el visor. Allá, muy lejos todavía, aparecía el faro, asombrosamente azul. Era una maravilla verlo, pero lo mejor era volver a posarse y salir de la nave. Tocar la arena fina, cálida y dorada. El fantástico sol, esa estrella mágica, le proporcionaba colores intensos. Sobrevolaría primero, para ver los triángulos de las pirámides que despertaban en su cerebro los recuerdos de sus ancestros erigiéndolas. Los recuerdos eran como un pequeño torbellino que agita sensaciones.
Allá, en la oscuridad del espacio, la nave cruzaba vertiginosa como un punto verde fluorecente acercándose al faro azul.

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