viernes, 25 de junio de 2010

Había tantas cosas allá afuera

La nave se estremeció un poco cuando se posó. Mirando hacia fuera, L33-B accionó la puertecillas que se corrieron a los lados. L33-B se acercó a la plataforma de descenso y bajó a hacer su trabajo. Mediría el nivel de oxígeno, la humedad, temperatura y una larga lista que su computadora pondría en marcha. Su cerebro, modificado para tener reacciones autónomas personalizadas, detuvo el programa que estaba a punto de correr. L33-B permaneció mirando el paisaje de ese hermoso planeta. La vegetación, el sol dorado a nivel del horizonte, las nubes conjuntándose en forma de motas rosadas, los olores... por el intercomunicador llamó a L30-B. Unos segundos después los dos robots disfrutaban el planeta que habían estado observando desde la nave y el cual los asombraba por el color, era un hermoso faro azul.

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