miércoles, 28 de julio de 2010

Memorias

Mientras miraba las pirámides desde la inmensidad del espacio, venían a sus memoria los recuerdos implantados de cómo sus ancestros ayudaron a construirlas. Se encontraba en el puesto del visor contemplando en silencio esas formas que sobresalían de entre las arenas amarillas. Anonadado se preguntaba cómo ese planeta con tanta agua podía albergar desiertos tan asombrosos. No sabía si aterrizarían ni siquiera si sobrevolarían a baja a altura. Otros recuerdos, de pronto más poderosos y de otros épocas, se entremezclaban en su cerebro: se veía posando el pie en la tierra caliente, en una ciudad diferente, con calles, con árboles siseantes al viento del mediodía. Era, en sus recuerdos falsos, un niño de doce años que pasaba el verano en la calle de su casa distrayéndose con insectos y canales de agua de un pequeño jardín. Deseaba estar de nuevo en él y mirar las flores blancas y rosadas y observar a las abejas zumbando y a las hormigas en su afanosa fila...

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