sábado, 13 de noviembre de 2010
Los observadores
La anciana miraba por la venta. Un vientecillo se movió como la garra de un ente invisible arañando el pavimento. La mujer milenaria vio como una hoja se bamboleaba ingrávida hasta depositarse en la acera. A las ocho de la noche, el camino de los muertos era iluminado por las veladoras; las imágenes de los que se fueron, en los altares. Las flores amarillas saturaban de olor y la comida y los adornos de papel picado llenaban la noche de colores. Era el Día de Muertos. Quienes observaban entre las nubes trémulas no entendían, pero se hallaban maravillados por el espectáculo.
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