La ciencia ficción tiene sus veredas y tiendas callejeras en donde se trafica con argumentos científicos, o que lo parecen. Se entretejen así historias coherentes. En las trastiendas de los oficios más viejos del universo aparecen historias de humanos, humanoides y toda una galería de seres. Ahí se hilvanan cuentos que nos trastocan y mueven a atisbar los laberintos subterráneos de estos seres. No importa si son de la Tierra o robots con cerebros evolucionados, si son seres diferentes a lo que podamos imaginar. Lo importante aquí es la imagen singular, la metáfora perfecta, la perspectiva poética. Esa es la ciencia ficción blanda, la que nos evoca sueños y recuerdos, que nos despierta la capacidad de asombrarnos con lo sencillo. Es una ciencia ficción para soñadores y locos, para escitores y poetas, para lectores que se maravillan con la descripción de una noche silenciosa barrida por el viento lejano y bañada por la luz de plata de la Luna.
Lo que se resalta es la óptica de lo interior, de lo íntimo de cada ser: sus sueños, expectativas, esperas; lo que uno escribe en un papel secreto y luego guarda en un sótano para preservarlo de los demás, de las miradas ajenas.
La ciencia ficción blanda está hecha de colores suaves, de palabras susurradas, de olores a lluvias distantes, de viejos que todavía se aman... de destiempos, de futuro...
Es la metáfora perfecta del universo, el universo perfecto en una metáfora.
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1 comentario:
Tus alegorías poéticas trascienden toda metáfora. No es sólo la forma, sino los contenidos trastocados por el silbar de las letras, ya sea convertidas en viento que hace temblar a las pukaas, ya sea como hacha que nos abre la imaginación. Felicitaciones por el efecto ingrávido que nos provocas con tus letras.
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