viernes, 19 de noviembre de 2010

El universo perfecto en una metáfora

La ciencia ficción tiene sus veredas y tiendas callejeras en donde se trafica con argumentos científicos, o que lo parecen. Se entretejen así historias coherentes. En las trastiendas de los oficios más viejos del universo aparecen historias de humanos, humanoides y toda una galería de seres. Ahí se hilvanan cuentos que nos trastocan y mueven a atisbar los laberintos subterráneos de estos seres. No importa si son de la Tierra o robots con cerebros evolucionados, si son seres diferentes a lo que podamos imaginar. Lo importante aquí es la imagen singular, la metáfora perfecta, la perspectiva poética. Esa es la ciencia ficción blanda, la que nos evoca sueños y recuerdos, que nos despierta la capacidad de asombrarnos con lo sencillo. Es una ciencia ficción para soñadores y locos, para escitores y poetas, para lectores que se maravillan con la descripción de una noche silenciosa barrida por el viento lejano y bañada por la luz de plata de la Luna.
Lo que se resalta es la óptica de lo interior, de lo íntimo de cada ser: sus sueños, expectativas, esperas; lo que uno escribe en un papel secreto y luego guarda en un sótano para preservarlo de los demás, de las miradas ajenas.
La ciencia ficción blanda está hecha de colores suaves, de palabras susurradas, de olores a lluvias distantes, de viejos que todavía se aman... de destiempos, de futuro...
Es la metáfora perfecta del universo, el universo perfecto en una metáfora.

1 comentario:

joseluis dijo...

Tus alegorías poéticas trascienden toda metáfora. No es sólo la forma, sino los contenidos trastocados por el silbar de las letras, ya sea convertidas en viento que hace temblar a las pukaas, ya sea como hacha que nos abre la imaginación. Felicitaciones por el efecto ingrávido que nos provocas con tus letras.